¿Es legítimo el uso de obras de otros autores cuando es para crear una nueva obra de arte? El Tribunal Supremo de EE.UU dictará una sentencia que podría cambiar la forma en que el arte contemporáneo ha creado una de sus más icónicas obras.
“Apropiacionismo”, el movimiento artístico en donde un artista usa para elaborar su obra elementos de otras ajenas, ha sido uno de los pilares de la creación en el arte posmoderno. Desde finales de los `70, este tipo de prácticas han llegado a tal punto en que el que bordean los límites de lo legal. Uno de los máximos representantes del arte contemporáneo, Andy Warhol, y la fotógrafa Lynn Goldsmith son los protagonistas de un caso que pone en jaque esta técnica artística, ¿es el apropiacionismo en realidad una forma de plagio?.
En 1981, Warhol utilizó la famosa fotografía de la fotógrafa Goldsmith para crear las 16 litografías a color que conformas sus “Prince Series”. Goldsmith acusa que esta obra es una mera reproducción de su fotografía, por lo tanto un plagio de su obra, mientras que para el artista y la Andy Warhol Foundation, esta es una re elaboración conceptual.
Esta disputa se desenlazó en una demanda por parte de la fotógrafa, a la cual el Tribunal de Apelaciones del Segundo Circuito de Estados Unidos falló a favor, estableciendo que el uso de Warhol de las fotografías no constituye un “uso legítimo “ de ellas. La firma de abogados Latham & Watkins, la cual representa a la Andy Warhol Foundation, ha requerido al Supremo de los EE UU que revise la decisión del Tribunal de Apelaciones bajo el argumento de que es necesario que se garantice y reafirme la importancia de la libertad de expresión artística.
La llamada «serie Prince» fue realizada sobre la base de la fotografía realizada por Lynn Goldsmith en 1981. Esta cedió los derechos sobre la imagen a la revista «Vanity Fair», para la publicación de una ilustración basada en ella para un número de 1984. La revista encargó la realización de esa ilustración a Andy Warhol quien, sin embargo, no se limitó a ejecutar el encargo, sino que fue más allá y creó el conjunto ilustraciones y serigrafías que constituyen la «serie Prince». La fotógrafa no supo de la existencia de la Serie Prince hasta 2016, coincidiendo con el fallecimiento de la estrella del pop y en el que se publicó una parte de la serie como homenaje al cantante. Y empezó el carrusel de demandas.
En 2019, el juez John G. Koetl sentenció que Warhol no realizó un uso ilegítimo de la fotografía de Goldsmith, ya que este transformó la imagen original, añadiendo «algo nuevo al mundo del arte». Sin embargo, en marzo de 2021, la Corte de Apelaciones anuló esta decisión, aduciendo para ello que «el hecho de que una obra sea transformadora no puede depender simplemente de la intención del artista o del significado o impresión que un crítico o juez puedan tener». La importancia de esta declaración de la Corte de Apelaciones es de extrema importancia, ya que, con ella, está eliminando el «giro conceptual» experimentado por el arte desde las vanguardias. Si la intencionalidad de un artista no es suficiente para declarar que algo es arte, ninguno de los «readymades» de Duchamp alcanzará tal categoría. Si la interpretación experta de un crítico no resulta suficiente para avalar la autoría de una determinada obra, todo el edificio del arte –y, con él, la denominada «teoría institucional del arte»– se viene abajo. La sentencia de la Corte de Apelaciones constituye tal órdago al sistema del arte que, desde este momento, la vieja polémica de qué es arte se desplazará desde el mundo artístico al de los tribunales.
Lo relevante de este caso no es la demanda en sí misma, sino el “efecto dominó” que ésta podría generar, con un alcance hasta el momento imprevisible. Para empezar, las mismas acusaciones que se han dirigido contra las «Prince Series» pueden extrapolarse, igualmente, a otras obras del propio Warhol, cuya galería de retratos de grandes personajes de la cultura pop está basada en imágenes de las cuales él no es el autor. La propia arquitectura del arte pop quedaría por entero dinamitada, en lo que supondría un proceso de deslegitimación legal de uno de los movimientos artísticos más importantes del siglo XX.
Otras reproducciones artísticas como Richard Prince, Jeff Koons o Sherrie Levine se verían seriamente afectadas por esta sentencia del Tribual de Apelaciones del Segundo Circuito. Durante la década de los 70, Richard Prince inició la que, sin lugar a dudas, constituye su serie más exitosa y aclamada: aquella basada en la apropiación de la imagen del cowboy de la compañía tabacalera Marlboro. Prince recortó y amplió imágenes del cowboy publicadas en revistas, presentándolas como una obra propia que cuestionaba la teoría del autor y los principios de originalidad en los que se ha basado la creación artística durante siglos. En 1981, Sherrie Levine dio un paso más allá con su serie «After Walker Evans». En ella, la artista apropiacionista se limitó a re fotografiar algunas de las obras más célebres del fotógrafo norteamericano Walker Evans, sin introducir ningún tipo de modificación que pudiera diferenciar la copia del original. Puestos ambos uno junto al otro, resulta casi imposible establecer cuál es la fotografía de Evans y cuál la apropiación efectuada por Levine. En esta misma década de los 80, Jeff Koons reprodujo en porcelana, y a gran escala, fenómenos culturales como la Pantera Rosa o Michael Jackson. Ni las imágenes ni su diseño eran propios, por cuanto podría ser otro de los perjudicados por la polémica decisión del Tribunal de Apelaciones.